Aquel Otro
Tiempo Dorado… (III)
Es madera
vieja y árboles caídos
Riqueza ríe,
del esquivo abrazo de latón
Plata cenicienta,
vello erguido en el piélago
Aquiescencia fortuita
sin mesura.
Hierven las
alacenas de soledad
Y tú lacrimal
adolorido, te achicas
Con el estupor
de una mano temblorosa
Hallando espacios,
distancias que trepan
En la escorada
noche, traicionera, cómplice.
He visto a los
niños, sucios de lodo,
Mirarme con su
inocente sonrisa, a mi paso
Lastimando mi
porte de nívea pulcritud
Desnudo he
sentido caer el alma a sus pies
Pretéritos anómalos
esbozan su dictado
Pastiches de prójimos
fatuos, de rojo satén.
El hálito es
justo, las garzas duermen
La gramola se
pierde, es arroz humedecido
Sube la
linterna, sube sobre la inmensidad
Describiendo un
adiós de tiempo dorado
Asimétrico en
las grafías, las runas se soslayan
Y de manos
vacuas, ninguna cuenta, ambicionan.
Imagen: Alkan.
©Santiago
Pablo Romero. El Último Viaje De Zaratustra.
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