jueves, 31 de mayo de 2012

Ardor…

Ardor…
Cuerpo de extinción…
De incendios.
En lo alto, abrasador, la inmensa irradiación
En el suelo,
Seca, deseosa, la mecha, la hojarasca, la pólvora, la ignición.
La ovalada curva, tamiza, concentra
El foco, sube, sube, eleva, eleva, resiste, resiste
Nada puede, las volutas aparecen, las pestañas se rinden
Se cierran, se abandonan al candente sabor de la mermelada
La dureza de los picatostes, se clava entre los dientes
Las alarmas se encienden, vueltas y vueltas, rojizas, mareantes
El psicodélico arrebato, anega de lubricidad las cavidades
Combustible en la punta de la deflagración
Llama, rompe el cristal, llama, toma el hacha, tira la puerta
El rojo terciopelo, es pira
Ni rastro de las frescas pupilas, del arrellanado cielo
Todo fuego
Nada, ineficaz cuerpo de extinción, inútil
Nada queda, mas la danza
Y danzo, idolatro, elevo dedos resignados al nubarrón
Y llueve, y diluvia…
Se anegan las ciénagas, se ahogan las debilidades
Se apagan los ardores.
Los ríos chirrían de nuevo, la fluidez abre la nueva senda
Arrastrando las cenizas.